En el contexto actual -tecnológico y ultra globalizado- somos constantemente bombardeados por estímulos visuales que tratan de vendernos algo, de implantar una idea o hacernos llegar un mensaje, sumergiéndonos en imágenes, colores y sonidos.
Lo vemos en la tele, en las redes sociales; en la publicidad gráfica de las calles y en las noticias del mundo, todos los días a toda hora. Lo vemos a través de los creadores de contenido que se multiplican, y los miles de perfiles activos en línea que comparten cada fragmento de su vida.

Ahora bien, vamos a percibirnos como marca y pensemos:
Con tanta información en movimiento siendo consumida minuto a minuto, ¿cómo podemos encontrar nuestro lugar de reconocimiento?

Tenemos que entender que el hincapié debe estar sobre la comunicación visual porque se trata de la espina dorsal de la identidad de una marca, y (siempre) será el atributo primordial que le permitirá explorar y explotar su propia originalidad para destacarse del resto.

Herramientas a incorporar, como la dirección de arte y el diseño, van a permitirle construir una estética que sirva a su esencia y propósito. Es decir, que responda a sus características principales, a sus valores y que además interpele a su público objetivo.

Esto conforma el llamado key visual, que oficiará de guía visual para sus posteriores implementaciones.
El objetivo siempre será aprovechar cualquier instancia -ya sea branding, iconografía, fotografía, contenido gráfico o digital- para reforzar su identidad y hacerla memorable, mientras que el principal desafío está en lograr que las imágenes hablen por sí solas.

¿Cómo podemos comunicar, sin decir una palabra?

En primer lugar, tenemos que tener en claro el trasfondo de nuestra marca. La propuesta, los valores e ideas que queremos transmitir, las soluciones y sensaciones que ofrecemos y cómo queremos posicionarnos.
Una vez establecido esto, es el momento de construir una imagen original que nos represente, que cumpla con lo que queremos ser y con nuestra impronta.

Luego, vendrá el momento de la comunicación, donde debemos lograr un mensaje que sea  propio, que nos represente y para ello debemos identificar a nuestro receptor. Es crucial entender a quién les estamos hablando; cuáles son sus deseos y dolores, cuál es el contexto en el que vive, cuáles son sus motivaciones y necesidades. Conocer a nuestros clientes nos dará el sentido del mensaje y será el faro que le permitirá a la marca traspasar la venta para transformarse en parte de su vida.

Usando toda esta info y acompañando de colores, formas, texturas o símbolos, podremos evocar la esencia de la marca y hacérsela llegar al cliente para que pueda verse reflejado en ella y adoptar así un sentido de pertenencia.

Por ejemplo, observemos el caso Tiene Onda, una marca que desarrollamos en Con Amor®. Al ver el key visual, notamos que su identidad va mucho más allá del logo. La paleta de colores vibrantes y saturados, la fotografía divertida, la disposición de los textos y la abstracción de los íconos, nos hablan de una marca que, valga la redundancia, tiene onda. Es joven, lúdica, fresca, está en tendencia. Todos atributos que podemos diseccionar con sólo una mirada 😎

Otro ejemplo es el de Blu Napoletano. Una pizzería cuya identidad fue desarrollada a partir de la costa amalfitana, donde a nivel diseño se decidió adoptar el color azul como bandera y sumar íconos como el barquito de papel y el de la botella con un mensaje dentro.
Vemos una marca más simple y sofisticada pero con su toque divertido y de una originalidad característica. La presencia fuerte del color azul -desde su nombre, la paleta y la dirección artística del local- lo hacen una experiencia envolvente, con la intención de transportarnos a la costa del mar.

 

Comunidad Legal, por su parte, tenía el desafío de descontracturar una actividad laboral históricamente rígida como es la abogacía. Basándonos en la necesidad de los clientes para resolver dudas legales y encontrar un profesional de manera más amena, forjamos un key visual basado en la tecnología y la noción de comunidad. Los colores empleados corresponden a la industria tech y junto a sus ilustraciones abren el juego volviéndolo un espacio comunitario, amigable y seguro.

¿No es increíble como la simple elección de un color puede cambiar completamente el tono de una marca y volverla única?

En materia estética, las decisiones que creeríamos mínimas son las que realmente hacen la diferencia, son los detalles los que aportan riqueza a la marca. 

El acto de ver e interpretar es un proceso que combina la recepción de estímulos visuales más la interpretación cognitiva y emocional de dicha información.
Como marca, como diseñadores y como creativos, tenemos en nuestras manos el poder de comunicarnos con nuestro público a través de imágenes para influir en su percepción, sus emociones y comportamiento.

 

Ahora ya sabemos que la dirección de arte y el diseño de una marca serán un factor clave para el éxito de la misma, ya que harán que su identidad sea reconocible, que se destaque de la competencia, y finalmente comunique sus valores de una manera que atraviese a sus clientes, formando así una conexión profunda y cumpliendo su misión fundamental, que no es vender sino ser parte de la vida de las personas.